viernes, 24 de junio de 2011

!Por fin en casa!

(imagen de la Red)




Soy Blanca Cueto, mis hijos se llaman Carlota, Adrián y Tito, aunque hace mucho que no nos vemos, estoy casada con Pablo Carranza y ahora estoy en la casa de mis bisabuelos, mis abuelos, mis padres y ahora mía. Me miro al espejo y no reconozco a esa desconocida, ojerosa y flaca, que me mira fijamente. No soy capaz de sonreir. Mis ojos aún recrean las imágenes que han visto en el camino a casa. Bilbao, una ciudad tan bonita en otros tiempos, es ahora un montón de escombros. Las pocas personas que se atreven a salir a la calle vagan por ella como fantasmas. Por la ría bajan las aguas sonrosadas y llenas de cuerpos aplastados. Lo mismo ha sucedido por el resto del camino; por eso hemos decidido no acercarnos a Santander y venir directamente a Comillas.

Me dió un vuelco el corazón cuando vi que nuestra vieja casa se mantenía en pie. Fue un descanso ya que estábamos agotados. Y no solo eso los huertos y frutales siguen en perfecto estado.

Por eso repito mi nombre, recuerdo quién soy yo, donde nací y cuales son mis raíces. No puedo reconocerme, no quiero olvidar mi vida anterior, no quiero olvidar a Pablo aunque ya no le quiero. Necesito recordar para que mis hijos sepan quienes son y de dónde vienen. Hoy, aquí, vuelvo a ser la niña que jugaba, la que se enamoró por vez primera, la que dió un inocente beso a un muchacho y que jamás lo olvidó. La enloquecida por la moda, por la estética, la belleza y la alegría de vivir.

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