miércoles, 19 de octubre de 2011

Miedo y desconfianza



Creo que Pabrich desconfía de mí, a pesar de mis esfuerzos por que no sea así. Hemos viajado por la parte Norte, he de reconocer que es de gran belleza. Toda la zona se está fortificando y los esclavos trabajan a marchas forzadas. Estos día no he tenido acceso a ninguna red y me ha sido imposible comunicarme. En uno de los lugares donde hemos estado, un hombre se ha acercado a mí disimuladamente, mientras yo esperaba aburrida que Pabrich terminara su inspección. Apenas hemos podido hablar, de hecho estaba tan distraída que casi no le he mirado: azaroa, me ha dicho en voz muy baja. Para mi sorpresa esa palabra es nuestra contraseña: tiene que ser uno de los hombres de Pilar. Hace mucho que no sabemos nada de ellos y hubiera querido preguntarle qué había sucedido con su grupo, pero El Dragón me vigila y en ese momento se acercaba a mí acompañado por el Jefe de las obras.

Está contento, las cosas marchan según lo previsto y eso le pone de buen humor. Me ha llevado a una especie de casona señorial para pasar allí la noche y descansar del viaje. Nos han servido una delicada cena de sabores exquisitos y bien combinados con vino del Rhin. Luego hemos salido a pasear por el jardín que se adormecía en medio de una puesta de sol espléndida. El Dragón no quiere dejarme escapar, finge que me ama y lleva a cabo su cortejo con la mejor escuela. Pasa su mano por mi cintura y me atrae hacia él, me muestra su mejor cara, la que sabe que no puede asustarme y me susurra palabras al oído que me avergonzaría repetir aquí. Pero en ocasiones no finge, puedo notar la marea que descoloca su cuerpo; está luchando contra el deseo que le domina, no quiere perder el control. Por eso le provoco, necesito que olvide sus dudas.

Empiezo a sentir miedo. Creo que no voy a poder salir de esto con la facilidad que yo creía. Pabrich me ha pedido que nos casemos. Ha sido tal la sorpresa que no he sabido reaccionar a tiempo y creo que casi he aceptado, le he pedido tiempo para pensarlo. Me ha dado la impresión de que no admitirá una respuesta negativa.
Con una risa siniestra me ha explicado que será una ceremonia que no olvidaré nunca; mis piernas temblaban agitadas por el miedo, no ha querido explicarme en qué consiste concretamente el rito que me ofrece, pero sí me ha dicho que seré una con él y que mi pensamiento y voluntad le pertenecerán mientras vivamos. Le he prometido que lo pensaré esta noche y le daré una respuesta muy pronto. No te demores demasiado, me ha dicho con una mirada irónica que ha avivado mis temores. Quiero que nos casemos enseguida, no puedo esperar más para hacerte mía y tengo la impresión de que me das largas muy disimuladamente.

Llevo horas dando vueltas por la habitación y la terraza, así que no le he visto llegar pero ha volado hasta mí y se ha quedado mirándome, si no fuera un Dragón diría que parece un perro leal y amaestrado. Es Birbag el guía de la manada de Monoi que me sigue. Él siempre está ahí como un vigilante, atento a lo que hago. Pero no puede hablar y dudo mucho que piense más allá de cosas primitivas, así que no puedo pedirle un consejo sobre lo que debo de hacer.

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