Blanca Cueto
Perfilando anécdotas (c)
domingo, 27 de noviembre de 2016
martes, 29 de noviembre de 2011
El encuentro
Vincent Van Gogh |
Nos hemos detenido un instante y miramos hacia la orilla del río, al otro lado de las murallas, el sol del amanecer atraviesa las ramas de los árboles pintando sombras que se mueven suavemente. Allí, cubierto por el verde y las sombras descansa Birbag; su enorme cuerpo que tanto me ha servido en vida duerme el sueño eterno de los Monoi en medio de la soledad y el silencio. No pude estar con él en sus últimos momentos, pero tampoco quise dejarle a merced de las alimañanas en aquella carnicería de sangre y cuerpos mutilados. Entre ellos los de tantos amigos y seguidores leales. Despedirnos de los que murieron ha sido dificil, pero también hacerlo de los que sobrevivieron.
Un triste adios y un esperanzado viaje hacia el futuro. Me voy, vuelvo a mi casa. Markel y Grecia me acompañan, también algunos hijos del Caos vienen con nosotros, están perdidos y añoran volver a sus hogares.
Hemos atravesado Alemania rápidamente, el camino ha sido peligroso, pero la gente huye, cansada de peleas, cuando nos ven, somos un grupo siniestro, nuestros rostros han adquirido la dureza de la piedra y vamos armados, por si nos es necesario, hasta los dientes. Francia, con su campiña iluminada por la luz de la luna quedó atrás, dejamos lejos las ciudades y procuramos viajar por las zonas más solitarias, lo último que queremos es volver a la lucha.
Karl Bodmer |
No sé cómo explicar lo que he sentido cuando hemos atravesado la muga y he visto de nuevo mi tierra. Los montes continúan siendo verdes y rocosos, los pastos cuidados y en ellos se mueven lentamente los rebaños de vacas y ovejas. He sentido el olor del mar Cantábrico lleno de salitre y espuma, regresamos por la costa, todos queremos bañarnos, aunque sea con el pensamiento, en ese inmenso mar que se pierde en el horizonte. Markel me ha pedido que me quede con él, pero ahora no se lo que quiero, sobre todo deseo encontrarme con mis hijos y mi madre, saber cómo han resistido a toda esta locura. Le he pedido tiempo, no lo he tenido para conocerle, para saber quién es en una vida normal y simple y mi corazón está herido de muerte por tantos muertos y destrucción. Me ha prometido que se quedará en Comillas, cerca, para ayudarme si le necesito. Le he mirado agradecida, es un buen hombre y puede que algún día consiga amarle.
Hemos llegado por fin; desde la colina observo la playa vacía, las casitas cerradas y se apodera de mí esa sensación de abandono y seguridad que siempre he sentido cuando llego a mi casa. La veo según me acerco a ella. Las ventanas están abiertas, el jardín cuidado y en la puerta un coche pequeño espera. Estoy llegando, en un minuto sabré si he de llorar eternamente o por fin ha llegado la hora de la felicidad. La puerta se abre y una mujer sale al camino que lleva a la verja.... es mi hija !está tan cambiada! !tan mayor! Mi corazón se para ... y lloro desconsoladamente de alegría.
martes, 22 de noviembre de 2011
El camino de vuelta
Imagen bajada de la Red |
Han pasado los días y he de tomar una determinación, pero no me siento capaz. Durante ellos he tenido tiempo para pensar y lo que he visto me ha hundido más en el pesimismo. El mundo sin Pabrich sigue siendo una cloaca infecta, ahora con algunos seres inmundos menos, pero con los suficientes como para desear irse muy lejos.
Dice uno de mis compañeros que yo seré importante para la reconstrucción de este mundo y yo me pregunto si quiero ser salvadora de alguien. Mi vida ya no es mía, dejé en el camino a mis hijos, mis padres, lo que nos jugábamos era importante, después fue Pablo el que murió y más tarde Santi. Todos los amores de mi vida, los que la daban sentido. ¿Quién sabe lo que me encontraría en Comillas si decidiera volver. Y, si están aún vivos, ¿qué me dirían mis hijos, esos a los que dejé solos cuando más me necesitaban? Para salvar al mundo es necesario sacrificar lo que más queremos y sobre todo ¿Hemos salvado al mundo?
Y ¿Puedo ser yo, esta mujer dura y fría, dispuesta a segar una vida si es necesario sin que le tiemble el pulso, aquella otra que se preocupaba por lo que se llevaba o no, de las tallas y colores y que tomaba cafés con sus amigas? Algunos de nuestros compañeros han muerto, muchos, más de los que hubiéramos deseado. Afortunadamente Rebeca pudo salvar a Rolando, gracias a espiga de arroz, pero Hidalgo quedó definitivamente muerto y descansando en medio de los campos regados de sangre. Ellos también deberán decidir qué van a hacer con sus vidas a partir de ahora.
Volver va a ser otra aventura, quizá no tan cruenta como ésta, pero sí difícil y llena de incertidumbre y yo tengo que volver. He de buscar lo que quede de mi pasado. Después comenzaré a vivir de nuevo.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Sentimientos encontrados: La lucha final
Había perdido la noción de las cosas. No me sentía y sin embargo sabía que estaba allí totalmente alerta. Contemplaba moverse a Rolando enzarzado en una lucha como jamás había visto; Pabrich lo atraía con sus garras y jugaba con él, hasta que él soltaba un golpe certero que dejaba al Dragón momentáneamente fuera de juego. Rebeca huía de la venganza de Loa y yo estaba allí quieta viéndolo todo y sin hacer nada.
Fue entonces la vi a ella como iluminada por una luz extraña, transformada en un ser mágico que mantenía en alto algo que despedía destellos plateados. Y noté mi cuerpo de nuevo, me di cuenta de que aquella magia me había devuelto a la vida desde una muerte que no era tal. Rodrigo también pareció despertar de una pesadilla y el mismo Rolando contemplaba a la mujer que amaba, maravillado por el extraordinario poder que emanaba de ella y de aquel potente fulgor.
El abismo que había abierto Espiga al clavarse en el suelo se había ampliado de manera tan profunda que era un negro agujero que no terminaba nunca. Rebeca lanzó aquella luz dentro de aquel pozo, que se deslizó rápidamente e iluminó las paredes rocosas y los salientes naturales que lo formaban. Reposando en uno de ellos estaba Steampunk y Rebeca no lo dudó. Se lanzó valientemente a buscarlo.
Era tiempo porque el Rey controlaba en ese momento a Rolando. Ambos igual de fuertes, los dos iguales de fieros, todo alrededor temblaba por las embestidas de ambos y todos los demás contendientes habían detenido su lucha para contemplar la marcha de aquel enfrentamiento magnífico, poder contra poder, las fuerzas del mal contra las del bien. Pabrich agarró con sus temibles garras a Rolando, rodeaba su cuerpo como si fuera un muñeco, él reunió toda su magia y soltó una descarga que hizo que un olor asqueroso a piel quemada se extendiera por todo el lugar. Aquello enfureció a Pabrich de tal manera que el aire se nubló a causa de sus resoplidos fantasmales. Rebeca trepaba por el borde del abismo a punto de llegar arriba, cuando Pabrich El Dragón, agarraba a Rolando por la cabeza a punto de desnucarle y arrancarla después de cuajo….
La vi, allí parada como una diosa, con Steampunk bien sujeto con las dos manos y rodeada de humo, llamas y luz irresistible. En su cara se reflejaba una determinación tal que asustaba. Miré hacia donde ella apuntaba y vi que Pabrich se desplomaba poco a poco con una expresión de sorpresa en su horrible cara. Rolando se agitaba en el suelo abriendo la boca desesperadamente intentando adueñarse de todo el aire del mundo. Me dio un vuelco el corazón. Por fin veíamos a aquel ser diabólico vencido, hundido en el horror de la muerte, a punto de volver de nuevo a su reino de las tinieblas. A medida que la vida se iba apagando en él, su cuerpo se fue transformando hasta reducirse y dejar aparecer al Pabrich que durante un corto tiempo me había deslumbrado. Era hermoso y la muerte aclaraba su rostro y lo serenaba, se había vuelto hacia mí y me suplicaba con los ojos.
Luché contra mis sentimientos, le odiaba y a la vez le compadecía y al mismo tiempo sentía la fuerza de su seducción.
- Sahira zu Monoi …..
Me llamó entrecortadamente extendiendo una de sus manos hacia mí. Pudo más en mí la piedad y me acerqué a su lado pasé mi brazo bajo su cabeza y la sostuve para que me viera.
- Sahira … mujer mágica, por ti hubiera devuelto el mundo al mundo y los muertos a las tinieblas eternas. Te quería, a mi manera, pero quería compartir mi reino contigo …. Acompáñame al confín de los siglos en mi reino de lass ti niii eeee blas….
Como un pelele se deslizó al suelo de entre mis brazos y murió.
Aún no habíamos asimilado el alcance de aquella muerte cuando un hombre se destacó de entre las huestes del Dragón. Se tiraba de los pelos y lanzaba grandes voces clamando a los dioses de las tinieblas:
- ¡Malditos asesinos! No sabéis lo que habéis hecho. Él era un ser superior que amaba a la Humanidad y sabía leer en el corazón de los hombres. Sólo esclavizó a los que, con su debilidad de espíritu, corrompían a todos los demás. Los pervertidos, los corruptos, los manipuladores. Él quería una humanidad mejor, limpia de sus verdaderos enemigos... y ahora lo habéis matado. Sois la mayor desgracia que le ha sucedido a la humanidad".
Nos miramos los unos a los otros completamente consternados. ¿Habíamos cometido un error matando a aquel ser extraño? En mi corazón se sembró la duda, hubiera podido amarle me dije, mi instinto tal vez no me engañaba. Durante unos momentos todos permanecíamos callados, sopesando tal vez lo que sentíamos con lo que nos había dicho aquel hombre, cuando Rodrigo lo retuvo con su brazo y poniéndole la espada en la garganta le dijo:
- Puede que tengas razón y que Pabrich haya venido para transformar este enorme cenicero que es el mundo, en un paraíso. Por mí como si iba a limpiarlo de pederastas y psicópatas. Es posible que puestos en una balanza seamos nosotros los malvados, pero no sé por qué gastas saliva siquiera en decirlo: en esta enorme selva que es el mundo no hay premios a la buena voluntad. Es mucho más sencillo que todo eso del bien y del mal: Pabrich se equivocó de enemigo y jodió a las personas equivocadas.
Rodrigo hablaba con odio y totalmente fuera de sí cortó el cuello a aquel hombre que había sembrado la duda en nuestros corazones.
Avergonzados nos mirábamos los unos a los otros. Cuando Rolando consiguió reponerse de los golpes y vio a Pabrich muerto, súbitamente fue consciente de lo que significaba aquello; clavó sus rodillas en el suelo y lanzando grandes lamentos, con los ojos inundados por las lágrimas, dió gracias a las fuerzas sobrenaturales porque había llegado el final de aquella horrible pesadilla. Rebeca se acercó a su amado y lo tomó en brazos; entre sollozos Rolando le dijo:
- ¡Está hecho amor mío!...! Por todo lo que es sagrado... Está hecho!
Y se derrumbó de nuevo agotado por el cansancio.
Yo, Sahira zu Monoi, resucitada con todos los poderes de los dioses del Reino de Asad, ordené lo necesario para conducir a aquel ser atormentado y feroz a su morada en el averno.
Todos sus seguidores formaron un desfile interminable de túnicas blancas y rojas, demonios de cuerpos negros, muertos vivientes de olor hediondo y todos los parias de los mundos de aquí y allá que se le habían unido. Pasó entre ellos envuelto en su capa negra, llevado a hombros por algunos de sus hombres, treparon por la rampa que conducía hasta la enorme figura tallada al fondo de aquel lugar, un dragón con sus grandes fauces abiertas y una lengua negra y babosa colgando de ellas. Yo estaba allí arriba esperándole, quería acompañarle hasta el último minuto de su estancia en el mundo real.
- ¡! Singmer stranopek Pabrich Drageon Riegt!!– clamé, levantando mis brazos al cielo.
- Tsapiro Riegt, Tsapiro Riegt – salmodiaban todos a medida que avanzaban hacia la enorme boca abierta.
Cuando Pabrich llegó a mi lado descubrí su cara por última vez y deposité junto a su boca la pequeña rosa blanca de diamantes que me regaló el día que me pidió que me quedara con él para siempre y di la orden:
- ¡Semgirotcem!
Aquel ejército, desfilando marcialmente, penetró por la boca de aquel ser fantasmagórico que los fue tragando a todos, uno a uno….No sé decir cuánto tiempo duró aquel desfile. Caminaban dócilmente en pos de su Rey y señor hasta que el último miró hacia nosotros y desapareció.
Nos quedamos muy quietos, con las imágenes de aquellas escenas grabadas para siempre en nuestras pupilas; nos dimos cuenta de que algo grande había sucedido, de que habíamos sido nosotros, con nuestro empeño y esfuerzo los que habíamos conseguido poner fin a aquella lucha de un mundo contra otro mundo diferente. Nos dimos las manos unos a otros y nos abrazamos emocionados; lo que habíamos conseguido era algo extraordinario, algo que se contaría por siglos en los libros de Historia; ¡nosotros, nosotros lo habíamos conseguido! Y debíamos sentirnos orgullosos por ello, aunque Pabrich no fuera el ser malvado que imaginábamos, tal vez, o incluso el mundo que nos proponía en su locura hubiera sido mejor que este en el que vivíamos.
Necesitaba un poco de soledad, tenía que serenarme. La muerte de Pabrich y sobre todo su últimas palabras y aquella mirada suplicante, me habían descolocado. Salí al aire libre, me costó un poco retornar por aquellos pasillos oscuros, pero cuando vi el cielo, mis ojos se llenaron de lágrimas. Era de noche y la luna en cuarto creciente iluminaba el mundo plácidamente. Y yo estaba allí sin saber muy bien cuál sería mi futuro, hacia donde dirigiría mis pasos, con quién lo haría…. Sintiéndome extrañamente sola. Todo había terminado.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Rodrigo y la profecía
Después de todo aquello hicimos un recuento de nuestra gente, muchos hombres habían muerto en la batalla y sobre todo nuestros nagishis habían caído como moscas. Fuéramos los que fuésemos estábamos dispuestos. Yo no sabía si Rebeca habría recibido el aviso de que no debía matar a Rolando, su misión era difícil y peligrosa y puede que Andy no hubiera podido llegar a tiempo. He robado el ordenador con el que escribo, el mío se quedó congelado de pronto, sin batería. Este lo llevaba colgado del cuello uno de los humanos traidores que luchaban con los zombis. Me ha costado adaptarlo a mis necesidades pero ahora ya lo he dominado.
Salimos de nuevo al camino en busca de Pabrich el Rey, nos tropezamos con grupos que huían aterrados y a otros los hicimos desaparecer cuando se enfrentaron a nosotros.
La fortaleza se nos ofrece enorme, terriblemente negra y misteriosa. He repartido a mi gente en grupos y los he mandado a atacar cada una de las puertas de la muralla, cuatro en total, yo he subido en el lomo de Birbag, Markel y dos hombres más me siguieron con los nagishis hemos penetrado en la fortaleza sobrevolándola. Los defensores nos bombardearon frenéticamente, Birbag soltaba su fuego por esas narices suyas que son como cañones. He visto a los zombis y diablos corriendo entre alaridos envueltos en llamas. Un aroma hediondo a carne quemada se esparcía por el aire ahogándonos a nosotros también. Los monoi de Pabrich han aparecido de pronto ensombreciendo el cielo. Eran muchos, quizá demasiados para nosotros, pero estábamos desesperados y luchábamos cada uno como si fuéramos cinco. Desde allí arriba y entre golpe y golpe le vi: era Rodrigo, gesticulaba de manera extraña, rodeado de toda aquella muerte parecía un loco hablando solo, sobrevolé hasta el centro del patio de armas perseguida por un monoi bastante joven e inexperto. Corté su cuello de un tajo y volví a buscar a Rodrigo con la mirada. Golpeaba aquí y allá en el aire con Espiga de Arroz, como si luchara con un enemigo que solo él podía ver. Pedí a Birbag que bajara un poco hacia el patio, porque quería estar segura de que mi amigo no había perdido la razón entre tanta sangre y tanto muerto. Entonces Rodrigo dio un terrible golpe con su espada en el suelo; toda la fortaleza pareció removerse, las almenas temblaron, mi monoi remontó el vuelo como empujado por una fuerza superior, el mármol se partió por la mitad a causa de aquel terrible golpe, una hendidura se extendió a lo largo y se perdió casi de vista, como si fuera una enorme culebra zigzagueando, pensé que la espada del León se partiría por la mitad y acabaría desintegrada, pero no fue así. Por el contrario vi como despedía un halo de luz brillante y pude escuchar claramente la desesperación en la voz de Rodrigo pidiendo que alguien le ayudara.
Miré a un lado y a otro y supe seguro que la única que podría ayudarle ahora era yo. Se lo dije a Birbag, teníamos que ayudarle a salir de aquel lugar antes de que acabara muriendo, porque para entonces yo ya había comprendido que Rodrigo luchaba contra fuerzas malignas y misteriosas que yo no podía ver, pero que serían nefastas para él si no le ayudaba.
Nos lanzamos en picado, mi monoi echaba fuego por sus fauces y con los ojos formó un círculo de luz que protegía a Rodrigo de los ataques de quienes fueran sus enemigos. La primera pasada no acertamos, sobrevolamos y volvimos a bajar y entonces pude sujetar a nuestro hombre por un brazo y lo atraje hacia mí hasta situarlo a mi lado sobre Birbag. Rodrigo parecía enloquecido, repetía una y otra vez que sabía que llegaría, que confiaba en mí, y daba estocadas al aire como un poseso.
Conseguí que se tranquilizara cuando lo dejamos en el suelo. Me contó lo qué le había sucedido y lo que ya sabíamos nosotros, que Rebeca iba a matar a Rolando obedeciendo la profecía, pero que no existía tal profecía, que había sido todo un engaño de la Sombra y nos dijo también que Andy había muerto en el campo de batalla y fue su alma la que le había avisado de todo aquello. Tenía unas enormes ganas de llorar, todo aquello era insoportable, pero ahora teníamos que llevar a Rodrigo a avisar a Rebeca antes de que fuera demasiado tarde.
Nos acordamos de la puerta de Rosario. Aquella zona de la fortaleza estaba lejos y la puerta casi escondida entre la maleza. Pero no contamos con que estaba cerrada a cal y canto y era de un metal terriblemente duro y grueso. Nos perseguían y no podíamos dudar ni un minuto, yo me quedaría en la retaguardia y Birbag llevaría a Rodrigo hasta Rebeca, aunque no sabíamos dónde estaba concretamente.
Birbag resolvió el problema. Se lanzó a toda velocidad contra la puerta, una, dos, tres veces …su cuello empezó a hincharse y de su cara brotaba una especie de sangre lechosa y espesa. Temí por su vida. Se partió una de las patas delanteras y finalmente en el último intento, la puerta se abrió, más bien se derrumbó, y Birbag cayó al suelo fulminado. No pude pararme a ayudarle, penetré tras Rodrigo y miramos a ver que había detrás de aquel portón.
Un túnel oscuro partía de allí bajando o subiendo, depende del destino, en una gran pendiente. No llevábamos linternas así que improvisamos unas antonchas con nuestras ropas y los barrotes de la puerta. Miré hacia atrás cuando por fin comenzamos el descenso. Birbag respiraba ruidosamente y me miraba con una luz apagada en sus grandes ojos. Los míos se llenaron de lágrimas, pero no podía detenerme. Bajamos y bajamos, aquel pasadizo parecía no tener fin. De vez en cuando se abrían nichos en los costados como si tuvieran adosadas puertas nuevas para huir. No se cuanto tiempo tardamos en llegar, a mí se me hizo eterno, pero de pronto empezamos a oir a lo lejos un bullicio de voces y entrechocar de metal. El pasillo se fue anchando y una luz difusa nos permitió apagar nuestras antorchas. Nos acercamos con mucho sigilo y
Un túnel oscuro partía de allí bajando o subiendo, depende del destino, en una gran pendiente. No llevábamos linternas así que improvisamos unas antonchas con nuestras ropas y los barrotes de la puerta. Miré hacia atrás cuando por fin comenzamos el descenso. Birbag respiraba ruidosamente y me miraba con una luz apagada en sus grandes ojos. Los míos se llenaron de lágrimas, pero no podía detenerme. Bajamos y bajamos, aquel pasadizo parecía no tener fin. De vez en cuando se abrían nichos en los costados como si tuvieran adosadas puertas nuevas para huir. No se cuanto tiempo tardamos en llegar, a mí se me hizo eterno, pero de pronto empezamos a oir a lo lejos un bullicio de voces y entrechocar de metal. El pasillo se fue anchando y una luz difusa nos permitió apagar nuestras antorchas. Nos acercamos con mucho sigilo y
lo que vimos nos dejó sin habla. Había una galería que rodeaba un inmenso salón donde, en ese momento, se sostenía una batalla, habíamos llegado justo en el momento en que Rebeca parecía a punto de disparar, pero no lo hacía, sus manos temblaban imposibilitándole matar al hombre que amaba. Rolando saltaba de un lado a otro tratando de ganar aquella pelea cuerpo a cuerpo con astucia porque Pabrich era inmenso y ahora se mostraba en toda su magnificencia. Di un alarido terrible, temía que Rebeca terminara su misión. Pabrich me oyó y por un momento se distrajo buscándome, vi un atisbo de espanto en sus ojos. Esa pequeña distracción la aprovechó Rodrigo para, de un salto admirable, presentarse en medio de la sala gritando:
- ¡NOOOOOOOOOOOO!
Su espada refulgía en su mano, el pelo al viento, la rabia y preocupación dibujadas en su cara, la blandía de un lado a otro y finalmente la tiró contra el suelo con tal fuerza que quedó clavada en él lanzado rayos de todos los colores y haciendo que todo y todos retumbara y se movieran. Aquello detuvo la pelea por un instante, todos miraban a Rodrigo como si fuera un fantasma y él entonces gritó con voz de trueno:
-
REBECAAAA, REBECAAAA, NO MATES A ROLANDO…. LA PROFECÍA ES FALSAAAA, NO DISPARESSSS.
Pabrich me miró,comprendí que dudaba pero inmediatamente sus ojos se llenaron de odio, en su mano llevaba un arma desconocida para mí, una especie de pistola de tres cañones de bocas como embudos a la que había visto disparar unas veces unos rayos verdes que congelaban todo lo que tocaban y otras un halo a tal velocidad que mataba a un hombre nada más tocarlo, me apuntó con ella, no pude reaccionar, no me dio tiempo a huir, disparó y … No sé qué pasó después, caí al suelo fulminada y aquella guerra terminó para mí allí en aquel momento.
jueves, 3 de noviembre de 2011
Sobrevolando la batalla
Rosario nos llevó directamente a la zona de la muralla donde se encuentra la puerta del túnel que servirá de escapatoria a Pabrich si las cosas se le ponen feas. Por el camino vimos marchar en la misma dirección a muchos antiguos esclavos, todos desarrapados pero armados hasta los dientes. Nos han dicho que debemos reunirnos ante las diferentes puertas que dan acceso a la Fortaleza de Berlín, al parecer esas son las órdenes para todos, diablos, esclavos, campesinos, nosotros, todos.
A 50 kilómetros de nuestro destino, nos tropezamos con un grupo de Hijos del Caos, era una avanzadilla que inspeccionaba el terreno. Ahora se hacen llamar el Ejército del Caos y van al encuentro de los campesinos y antiguos esclavos y lucharan con nosotros para detener a las tropas del Dragón. Caminaban muy rápidos, como si temieran que la batalla comenzase y no llegaran a tiempo. Nosotros marchábamos muy cargados con todas nuestras armas y petates y estábamos realmente cansados, empezaba a hacer frío y no habíamos comido caliente hacía días. Hicimos un alto, entonces uno de los Hijos del Caos se acercó a mí y me dijo: Sahira zu Monoi (Es así como me llaman) ¿Me recuerdas? Le miré atentamente pero no tenía ni idea de quién podría ser. Pertenecía al grupo de Andy, me dijo y muy excitado me informó de que la Profecía de la que ya os he hablado había resultado ser falsa. Estaba haciendo guardia cuando se lo avisaron a Andy y él fue quien preparó su caballo cuando salió velozmente en busca de Rebeca. La vida de Rolando peligraba, el músico puede que no llegara a tiempo.
Hicimos un pequeño alto y después retomamos la marcha. Teníamos prisa, la teníamos , desde luego.
Si ya nos había parecido dura la marcha, lo que vino después fue mucho peor. Ya veíamos a lo lejos las murallas de aquella fortaleza en la que estuve a punto de perder la vida, donde había visto morir a Pilar y donde se refugiaba el hombre-animal que pretendía tomarme por su esposa. Birbag revoloteaba a mi alrededor muy nervioso, olfateaba el aire como si oliera el peligro, no se apartaba de mí como el fiel compañero que era. Anochecía cuando les vimos venir, caminaban como fantasmas, con pasos torpes y mecánicos y eran muchos… dimos la voz de alerta y nos enzarzamos en una absurda batalla contra aquellos seres extraños que caían atravesados por nuestras armas y volvían a levantarse para seguir luchando. No podíamos con ellos y estábamos a punto de salir huyendo cuando ordené a Birbag que los sobrevolara y lanzara su fuego mortal contra ellos, gritaban con sus voces sordas, cuando sintieron el fuego. No acabamos con todos pero retrocedieron y pudimos seguir avanzando. Muchos de nuestros hombres habían salido mal parados, aquellos muertos vivientes comidos por los gusanos nos habían hecho retroceder, pero el fuego los había lanzado a una lucha fratricida, se destrozaban los unos a los otros y sin saber cómo recuperamos parte del terreno perdido.
El campo de batalla estaba cubierto de aquellos muertos putrefactos y hediondos. Recorrimos todos los rincones donde pudieran haberse escondido otros y para nuestra sorpresa hayamos un grupo considerable de demonios que, encadenados a las vigas de una vieja iglesia gritaban pidiendo ayuda. Eran prisioneros que los Hijos del Caos habían abandonado en la imposibilidad de vigilarlos más. Dudé sobre lo que debíamos hacer con ellos, finalmente y en vista de que morirían allí encadenados, me juraron obediencia si con ello salvaban sus vidas. No estaba muy segura de que fueran a cumplir sus promesas, pero me hacían falta hombres ahora.
Más o menos a mediodía vimos el sol ensombrecerse y una mancha negra aproximarse a nuestras posiciones. Birbag volvía de reclutar a su ejército de Nagishis, porque iban a hacernos falta todas nuestras reservas y más que se nos unieran. Dejé a mi dragón que descansara un poco y después le pedí que me llevara a sobrevolar el campo de batalla, necesitaba saber dónde estaban nuestros amigos y si habían tenido más suerte que nosotros. El cielo estaba negro de polvo y humo, una plaga de moscas volaba en desbandada tropezándose con nosotros, ciegas de terror. Los hombres de Rodrigo, Andy y los demás se empleaban a fondo contra los muertos vivientes, pero era evidente que no podrían con ellos. Traté de hacerles señas para que supieran que estábamos cerca y que vendríamos a ayudarles.
Casi había amanecido cuando llegamos al campo de batalla, para mi sorpresa allí también los zombis se mataban los unos a los otros de manera encarnizada. La muralla de muertos apestosos era ya tan alta que parecía un nuevo parapeto protegiendo la fortaleza. Nuestros amigos estaban agotados. Birbag me depositó cuidadosamente en el suelo y pude comprobar que ninguno de los muertos más próximos era alguno de ellos.
Aquí ya no hacíamos nada, nuestras tropas estaban diezmadas, pero habíamos destruido a aquel ejército de muertos vivos. El Dragón estaba un poco más solo. Sobrevolamos todas las murallas en busca de alguna fisura o menor protección para el próximo ataque. Nos dispararon desde las almenas y las torretas, algunos de mis Nagishis cayeron fulminados y así antes de quedarme sin ninguno, decidí regresar a nuestro campamento.
Sucedieron más cosas y creo que aún están por suceder las peores y las mejores.
viernes, 28 de octubre de 2011
Vivos y muertos
Han sucedido cosas en estos días. Partimos de nuestro refugio en dirección a la fortaleza, pero inesperadamente nos alcanzó una tormenta horrible, el agua caía de tal manera que apenas podíamos avanzar. Rosario insistía en que continuáramos todas sus fuerzas se emplean en caminar cuanto más rápido mejor para llegar cuanto antes a nuestro destino. Pero ordené parar, la tropa estaba cansada, mojada y hambrienta así que dispuse que acampáramos en los alrededores de una granja medio quemada que aún mantenía en pie los establos. Allí seguía haciendo frío, pero por lo menos no nos mojábamos.
Cuando por fin nos hemos podido organizar y Sabina y Margueta, nuestras cocineras, han conseguido prepararnos un caldo insípido pero caliente y unos trozos de carne seca, que nos han sabido buenos gracias al hambre, he organizado un rincón donde descansar, he extendido mi manta y he sacado mi portátil. La batería se está agotando, pero el módem aún funciona milagrosamente, quería echar una ojeada para ver si nuestros compañeros estaban ya cerca y si todo iba según lo previsto. Han sucedido cosas horribles, como decía: Hidalgo Cinis ha muerto, el mismo se ha quitado la vida con espiga de arroz su espada mágica; la sombra, aposentada en el cuerpo de nuestro querido amigo, que por fin ha dejado de sufrir y de arrastrar sus piernas imperfectas en su silla de ruedas, susurraba palabras incomprensibles, dicen nuestros camaradas.Todos están consternados y nosotros también, Rosario ha vuelto a gritar y llorar diciendo que ha llegado la hora de los muertos vivientes y puede que nosotros también moriremos y no resucitaremos. Yo ya lo hice una vez y no creo que me corresponda hacerlo de nuevo.
Las palabras de la sombra son como un conjuro misterioso. Las dejo aquí para que no se nos olviden:
Primera Profecía de Hidalgo Cinis:
"EL AZUL QUE HA VENIDO DEL INFIERNO DEBE MORIR
PARA SER LA PUERTA Y QUE EL ROJO VUELVA AL INFIERNO".
Segunda Profecía de Hidalgo Cinis:
"LOS DIFUNTOS LUCHARÁN Y GANARÁN,
PERO TENDRÁN QUE IRSE.
LOS MUERTOS LUCHARÁN Y PERDERÁN,
PERO SE QUEDARÁN PARA SIEMPRE".
Tercera Profecía de Hidalgo Cinis:
"EL LEÓN IRACUNDO TOMARÁ EL PODER
"EL LEÓN IRACUNDO TOMARÁ EL PODER
PARA QUE EL CORDERO ENLOQUECIDO NO LO PIERDA NUNCA MÁS".
No está muy claro que quieren decir estas palabras pero Rolando parece interpretar que debe sacrificar su vida para acabar con la del Rey Dragón.
Cada día estoy más preocupada, mi gente empieza a estar cansada y me preguntan por qué hacemos esto. Yo también lo estoy, mi familia quedó atrás, esta parece otra vida y hace tiempo que no sé nada de Joaquín. Solo Markel continúa a mi lado afortunadamente. No sé qué contestar a sus pregunta, aunque creo que ellos tienen ya su propia respuesta. Descansaremos un par de días y luego partiremos hacia la fortaleza, si consiguiéramos llegar antes que ellos, tal vez podríamos salvar la vida de Rolando, alcanzando antes al Rey. Rosario quiere ser ella la que le de fin y nosotros estamos dispuestos a facilitarle la labor.
lunes, 24 de octubre de 2011
Los hechos se precipitan ; La puerta secreta
Imagen del blog Lugo |
Rosario desapareció después de la muerte de Pilar. Sus gritos se escuchaban por todo el bosque ese día, asustaban y daba lástima verla deambular mesándose el pelo totalmente desesperada.
Estuvo dos días completamente sola, sin hablar con ninguno de nosotros, sin comer y creo que sin dormir. Encendió un pequeño fuego y sentada delante murmuraba palabras incongruentes, una especie de salmodia repetitiva, a la vez que echaba algo a la llama para avivarla cuando parecía morir. No nos atrevimos a acercarnos y ahora que se ha ido me arrepiento en cierto modo porque no sé qué locura cometerá en medio de su rabia.
Después de aquella pelea en la que Pilar perdió la vida, Birbag me trajo a este claro en medio del bosque cerrado que rodea al río Havel, en las proximidades del lugar donde se le une el Spree. Los hombres de Pilar y Rosario estaban allí acampados y pude descansar y reponerme del corte que llevaba en mi cuello. Mi monoi volvió a la Fortaleza y mezclado entre los demás dragones, diablos y mercenarios esclavos ha intentado informarse sobre lo que ha pasado con Pilar y también con Pabrich. Ha regresado esta noche con uno de nuestros espías (las comunicaciones cada vez están más difíciles) y él nos ha informado que a Pilar la tiraron al foso (menos mal que no estába Rosario para enterarse de semejante cosa) y que el Rey está herido de alguna gravedad aunque de esta no va a morir. Me buscan, hay un pequeño ejército de mercenarios que me buscan con el temor de no encontrarme y caer en desgracia con el Rey Dragón. También nos ha puesto en antecedentes de que las fuerzas aliadas están en camino, sorteando peligros y librando batallas, Andy, Rebeca y todos los demás llegarán pronto y entre todos intentaremos acabar con todo esto de una vez.
Las comunicaciones se hacen cada vez más difíciles, apenas tenemos líneas que funcionen como es debido, por eso aprovechamos cualquier momento propicio para mandarnos nuestros mensajes. Hacía mucho que no sabía nada de nuestros compañeros, creo que ha funcionado mejor el tú a tú de nuestros espías.
Esta mañana inesperadamente ha vuelto Rosario. Estaba hecha un asco, sucia y desencajada, con las ojeras marcadas hasta las comisuras de la boca y el cuerpo tembloroso, pero nos ha traído una noticia que bien ha valido su sacrificio. Solo desea vengarse, creo que matará al Dragón en el momento en que lo vea aunque muera en el intento. Ha descubierto una entrada secreta en el muro que rodea la Fortaleza. Lo había visto en sus conjuros, nos ha dicho, y se fue a buscarla. Al parecer está sellada y será difícil abrirla, piensa que está allí porque la mandó hacer Pabrich para poder cubrir una hipotética retirada si las cosas no le van bien.
Mañana saldremos unos cuantos a inspeccionar el lugar, si podemos entrar por ese hueco cogeremos a nuestros enemigos sin prevenir y por la retaguardia. Tengo que avisar a los demás, pero no se cómo.
jueves, 20 de octubre de 2011
El principio del fin
Imagen del blog de Serenísimo |
Birbag me mira y a veces me parece que está preocupado por mí. No puedo casarme con este hombre que no lo es, no debo olvidar que es un demonio, el rey de las tinieblas y que el que se me ofrece a mí, poco tiene que ver con su verdadera naturaleza. He mandado a mi monoi que salga y cuide mi balcón porque tengo un presentimiento y sé que algo malo va a suceder.
Miro al cielo azul y transparente allí donde se juntan constelaciones, astros y estrellas, a mi reino de Acab donde estuve un día, hace ya tanto tiempo, cuando estaba muerta. Conservo mi poder y sé que si hago mi petición con suficiente fe y fuerza, se me concederá. Quiero desaparecer de aquí sin que hacerlo cueste de nuevo más sangre. He colocado cruzando mi espalda a Halge mi arco y en la cintura el cuchillo y la espada de metal fundido en las minas en lo profundo del reino de Acab. He prevenido a Birbag de que debía seguirme en todo momento y he abierto la puerta.
La mano me ha sujetado con fuerza, apenas he podido poner un pie fuera de la pieza y ya estaba de nuevo dentro, empujada con gran fuerza por Pabrich.
-¿A dónde crees que vas? – me ha preguntado y su cara era ahora la del Dragón y sus ojos ardían rojos de sangre - ¿por casualidad tratas de huir, querida mía. Vengo a ti como un novio excitado y nervioso, esperando encontrar a su amante en ansiosa espera y te encuentro dispuesta a abandonarme.
- ¡Oh! No, no, solo iba a pasear al jardín, tengo muchas cosas en que pensar – he balbuceado nerviosamente, intentando ganar tiempo.
- No trates de engañarme, sé que te ibas, o al menos que ibas a intentar hacerlo. ¿No soy lo suficiente para ti, preferirás uno de esos mequetrefes que se arrastran enseguida pidiendo clemencia cuando voy a sacrificarlos? ¿No quieres pertenecerme, dejar que mi mente domine la tuya y convertirte en una obediente esposa?
Ha lanzado una horrible carcajada que se ha expandido en eco por las paredes de la enorme habitación. Se estaba acercando tanto a mí, con aquella cara asquerosa, la boca retorcida y el aliento fétido, que le he empujado violentamente. No se esperaba mi gesto y durante un par de segundos ha perdido la noción de las cosas. Primero me ha mirado con tal incredulidad que su cara era un poema, pero pronto la ira la ha transformado en una máscara de violencia y crueldad. Me ha tomado por el pelo y me ha tirado contra la cama, luego ha dejado sus armas y se ha lanzado sobre mí.
Hemos comenzado un terrible forcejeo, intentaba forzarme, en su cara una mueca de locura y odio y toda la fuerza que este proporciona. Yo me he revuelto, he rodado de un lado a otro, pero sabía que estaba perdida. Toda mi rabia ha salido por mi boca en un rosario de improperios y juramentos hasta que me he dado cuenta de que eso aún incrementaba su desvarío. Entonces sin que lo esperara me he quedado quieta, totalmente derrumbada y sin resistirme. La sorpresa lo ha detenido y cuando ha visto que no me resistía más, ha comenzado a besarme y a desabrochar mi ropa. Entonces, cuando ya no lo esperaba, o eso creía yo, me he lanzado sobre la mesita en busca de su cuchillo. No me ha servido sino para que su rabia aumentase, hemos vuelto a forcejear y el filo de la daga se ha vuelto contra mí pinchando mi garganta poco a poco, en su cara un gesto de satisfacción y locura, en la mía de dolor y pánico.
De la Red |
Y entonces ha sucedido, alguien se ha lanzado desde la ventana y se ha situado a la espalda de Pabrich intentando separarle de mí. Sus manos se han enredado en la melena del Dragón y dando fuertes tirones ha conseguido alejarle, el demonio chillaba como una fiera y su rabia ha llegado al paroxismo. Se ha dado la vuelta violentamente y ha clavado el cuchillo en el vientre de mi salvador…. No, no era salvador. Bajo el traje de Tyvek se encontraba ¡Pilar! Y en este momento parecía a punto de morir. Pabrich se ha vuelto hacia mí y he visto en sus ojos su deseo de matarme.
Estoy aquí contando esto, luego no he muerto. Aún no estoy demasiado segura, porque puede que haya vuelto a Acab y estoy esperando a que los dioses me den la bienvenida. Pero no, sé que Birbag ha aparecido de pronto a mi lado, me ha empujado hacia su cuello y me ha sacado de allí, justo cuando el Dragón iba a rajarme. Cuando he podido darme cuenta de que estaba a salvo ya me había depositado sobre la hierba, lejos del palacio real y rodeada por un grupo de gente.
- ¿Dónde está Pilar? ¿Por qué no está aquí?
La que preguntaba era Rosario, alarmada porque su querida amiga no venía con nosotros. Cuando le he dicho que ha muerto y que me ha salvado la vida, se ha lanzado a correr por el campo como una loca, gritando desesperada el nombre de Pilar y tirándose de los pelos.
Estoy muy cansada, apenas puedo mantener los ojos abiertos. Pilar ha muerto, yo estoy a salvo y aún vive el Dragón, sigue siendo el Rey de este reino maldito. Hemos de acabar con él.
miércoles, 19 de octubre de 2011
Miedo y desconfianza
Creo que Pabrich desconfía de mí, a pesar de mis esfuerzos por que no sea así. Hemos viajado por la parte Norte, he de reconocer que es de gran belleza. Toda la zona se está fortificando y los esclavos trabajan a marchas forzadas. Estos día no he tenido acceso a ninguna red y me ha sido imposible comunicarme. En uno de los lugares donde hemos estado, un hombre se ha acercado a mí disimuladamente, mientras yo esperaba aburrida que Pabrich terminara su inspección. Apenas hemos podido hablar, de hecho estaba tan distraída que casi no le he mirado: azaroa, me ha dicho en voz muy baja. Para mi sorpresa esa palabra es nuestra contraseña: tiene que ser uno de los hombres de Pilar. Hace mucho que no sabemos nada de ellos y hubiera querido preguntarle qué había sucedido con su grupo, pero El Dragón me vigila y en ese momento se acercaba a mí acompañado por el Jefe de las obras.
Está contento, las cosas marchan según lo previsto y eso le pone de buen humor. Me ha llevado a una especie de casona señorial para pasar allí la noche y descansar del viaje. Nos han servido una delicada cena de sabores exquisitos y bien combinados con vino del Rhin. Luego hemos salido a pasear por el jardín que se adormecía en medio de una puesta de sol espléndida. El Dragón no quiere dejarme escapar, finge que me ama y lleva a cabo su cortejo con la mejor escuela. Pasa su mano por mi cintura y me atrae hacia él, me muestra su mejor cara, la que sabe que no puede asustarme y me susurra palabras al oído que me avergonzaría repetir aquí. Pero en ocasiones no finge, puedo notar la marea que descoloca su cuerpo; está luchando contra el deseo que le domina, no quiere perder el control. Por eso le provoco, necesito que olvide sus dudas.
Empiezo a sentir miedo. Creo que no voy a poder salir de esto con la facilidad que yo creía. Pabrich me ha pedido que nos casemos. Ha sido tal la sorpresa que no he sabido reaccionar a tiempo y creo que casi he aceptado, le he pedido tiempo para pensarlo. Me ha dado la impresión de que no admitirá una respuesta negativa.
Con una risa siniestra me ha explicado que será una ceremonia que no olvidaré nunca; mis piernas temblaban agitadas por el miedo, no ha querido explicarme en qué consiste concretamente el rito que me ofrece, pero sí me ha dicho que seré una con él y que mi pensamiento y voluntad le pertenecerán mientras vivamos. Le he prometido que lo pensaré esta noche y le daré una respuesta muy pronto. No te demores demasiado, me ha dicho con una mirada irónica que ha avivado mis temores. Quiero que nos casemos enseguida, no puedo esperar más para hacerte mía y tengo la impresión de que me das largas muy disimuladamente.
Llevo horas dando vueltas por la habitación y la terraza, así que no le he visto llegar pero ha volado hasta mí y se ha quedado mirándome, si no fuera un Dragón diría que parece un perro leal y amaestrado. Es Birbag el guía de la manada de Monoi que me sigue. Él siempre está ahí como un vigilante, atento a lo que hago. Pero no puede hablar y dudo mucho que piense más allá de cosas primitivas, así que no puedo pedirle un consejo sobre lo que debo de hacer.
jueves, 13 de octubre de 2011
Con los ojos abiertos
Tengo que ir con mucha cautela, no quiero que él me vea escribiendo porque no desea que nadie sepa lo que planea y lo que está construyendo aquí. Pabrich. Así me ha pedido que le llame, me lo suplica cuando se acerca a mí e intimamos:
- Di mi nombre, quiero oírlo en tu boca,
Y yo le llamo con toda la pasión que él necesita, porque es un ser solitario y desgraciado a la vez que un asesino sin piedad. Por fin se ha rendido y confía en mí, quizá mantenga alguna última duda, pero comparte conmigo sus planes y sus sueños de dominio y ambición. Todas sus locuras. Por eso me llevó a inspeccionar las obras que se llevan a cabo para convertir esta zona en una inmensa fortaleza, rodeada de impresionantes murallas, torres de vigilancia y entradas secretas. Todo ello está ya rodeado de un inmenso foso al que lanzan los cuerpos de los humanos que mueren de agotamiento o enfermedad y los de los demonios que van ajusticiando cuando los capturan. Nadie se explica por qué los diablos han caído en desgracia con el Dragón, ya que, durante un tiempo, fueron sus más fieles colaboradores.
Me explica con gran pasión y orgullo cómo será la ciudad fortificada en un futuro próximo, los esclavos trabajan a marchas forzadas y sin que nadie se compadezca de su sufrimiento; lo más triste es que sus verdugos son precisamente otros humanos que se han vendido al sátrapa por miedo o por conveniencia. Cuando vi rematar a muchos de aquellos desgraciados cuando ya no podían más y Pabrich me explicó lo que planeaba para el futuro de la humanidad, me di cuenta de que no podía perder más tiempo allí y mucho menos dejarme seducir por aquel ser maligno que podía mostrarse tan dulce y era tan sanguinario.
Por eso ando con mucho cuidado, no quiero levantar sospechas ni dar un paso en falso.
Tengo que planear algo para que todo esto acabe, leo entre mis compañeros que se dirigen hacia el Norte, creo que pronto podrían llegar aquí, porque mi esperanza está en que podamos reunirnos y luchar juntos contra este peligro. De mientras eso sucede sigo aparentando enamoramiento y trato de no desilusionar al Rey. Creo que de momento lo voy consiguiendo. Ayer hice una prueba con los Monoi, necesitaba saber si aún me obedecen y puedo contar con su ayuda si nos enfrentamos con las fuerzas del mal. Sí, son míos. Me adoran y obedecen y yo procuro, con suavidad y autoridad, que esa dependencia no desaparezca
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