viernes, 3 de junio de 2011

Preparativos urgentes



 Pienso que después de todo, he tenido suerte. Mi suerte es haber encontrado a Juanjo del Río, el dueño de la zapatería Pascalli, mi vecino. Y lo creo porque hemos hablado mucho de todo lo sucedido. El, como yo, se da cuenta de que muchas cosas han cambiado y que nada es como era. También vió al bicho y pudo comprender que aquello era algo desconocido y muy peligroso. Como es un hombre prudente me ha aconsejado que hiciera los cambios necesarios para protegerme de nuevos ataques y que avise a mi familia y mis amigos para que hagan lo mismo. Me resultará dificil convencer a nadie, pero lo intentaré. Yo arreglé hace un tiempo el txoko de mi casa como si fuera un bunker, pero he decidido que además buscaré otro lugar más apartado y discreto por si acaso el primero falla.

Entre los dos hemos hecho una lista de todas las cosas de primera necesidad y la hemos fotocopiado para repartirlas, aunque seguro que se nos ha olvidado algo. Incluso hemos ido juntos a comprar todo lo que hemos podido y luego yo iré al hiper para hacer un gran pedido que lo dedicaré para el lugar de reserva.Estábamos en la tienda pidiendo linternas, pilas, herramientas, mini bombonas de gas para faroles o camping y todas esas cosas imprescindibles cuando una señora se ha acercado sigilosa y nos ha preguntado:

-¿Vds. también lo saben?

Le hemos mirado estupefactos.

- Saber ¿el qué?
- Que nos están atacando y nos matarán a todos.
- ¿Quién va a hacer eso, señora? - le ha preguntado Juanjo
- Vds. ya lo deben saber: esos bichos horribles que se han afincado en los rincones más negros de esta ciudad.
- ¿Ha visto Vd. alguno? - le he preguntado yo
- Sí, estaba en mi garaje, salió de un huevo enorme que apareció bajo los trastos que allí se han ido amontonando, mi marido vino con la escopeta cuando me oyó chillar. Era horrible y maligno y estaba a punto de lanzarse sobre mí cuando le disparó. Tuvo que hacerlo muchas veces, porque no se moría. Al final le cortó el cuello de cuajo con el cuchillo de monte.Destilaba un líquido asqueroso que luego no podíamos quitar con nada. Por eso estamos preparando un refugio, por si vuelven. Algunos, por lo que cuentan, han tenido menos suerte que nosotros y han aparecido sin brazos o sin cabeza, deborados o masacrados por esos monstruos.

Yo temblaba cuando hemos vuelto al negocio. Juanjo me agarraba del brazo, porque si no me hubiera caído de bruces. Tengo que darme prisa, voy a sacar a mis hijos de la ciudad y sus alrededores. Tengo que ponerlos a salvo.

1 comentario:

  1. Me gusta tu relato, es cotidiano y lleno de detalles, me gustan estas charlas, me sabe a amor y acá estaré siempre. Supongo estos personajes se ha de repetir en cada historia, vendré a conocerlos más.

    hasta pronto.

    ResponderEliminar