martes, 22 de noviembre de 2011

El camino de vuelta


Imagen bajada de la Red


 Han pasado los días y he de tomar una determinación, pero no me siento capaz. Durante ellos he tenido tiempo para pensar y lo que he visto me ha hundido más en el pesimismo. El mundo sin Pabrich sigue siendo una cloaca infecta, ahora con algunos seres inmundos menos, pero con los suficientes como para desear irse muy lejos.
Dice uno de mis compañeros que yo seré importante para la reconstrucción de este mundo y yo me pregunto si quiero ser salvadora de alguien. Mi vida ya no es mía, dejé en el camino a mis hijos, mis padres, lo que nos jugábamos era importante, después fue Pablo el que murió y más tarde Santi. Todos los amores de mi vida, los que la daban sentido. ¿Quién sabe lo que me encontraría en Comillas si decidiera volver. Y, si están aún vivos, ¿qué me dirían mis hijos, esos a los que dejé solos cuando más me necesitaban? Para salvar al mundo es necesario sacrificar lo que más queremos y sobre todo ¿Hemos salvado al mundo?
Y ¿Puedo ser yo, esta mujer dura y fría, dispuesta a segar una vida si es necesario sin que le tiemble el pulso, aquella otra que se preocupaba por lo que se llevaba o no, de las tallas y colores y que tomaba cafés con sus amigas? Algunos de nuestros compañeros han muerto, muchos, más de los que hubiéramos deseado. Afortunadamente Rebeca pudo salvar a Rolando, gracias a espiga de arroz, pero Hidalgo quedó definitivamente muerto y descansando en medio de los campos regados de sangre. Ellos también deberán decidir qué van a hacer con sus vidas a partir de ahora.
Volver va a ser otra aventura, quizá no tan cruenta como ésta, pero sí difícil y llena de incertidumbre y yo tengo que volver. He de buscar lo que quede de mi pasado. Después comenzaré a vivir de nuevo.

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