Confidencias

No se que me pasa estoy algo tristona, el caso es que la mañana ha sido muy agradable, hace un tiempo precioso, el mar está como un plato y desde aquí veo a lo lejos Somo y el dorado de sus playas inmensas. Los niños están arriba jugando con sus máquinitas, que vicio tienen y Pablo duerme la siesta, hemos vuelto a casa después de comer en el Club y supongo que estará cansado porque ha pasado la mañana recorriendo el campo hasta que han hecho el último hoyo. Cuca y yo hemos jugado un partido de tenis y luego nos hemos sentado a cotillear mientras tomábamos algo. Le he dicho a ella lo de mi tristeza y se ha lanzado al ataque:

- Chica es que es un aburrimiento, la rutina mata, yo necesito un amante secreto que me ponga y verlo a escondidas

Nos hemos reído un rato pero yo no estoy por la labor, no de lo del amante, sino de reirme.

- Mira, querida, si nosotras nos quejamos es que estamos locas. Puede que nos gustaría algo más de emoción en nuestras vidas, pero no tenemos derecho a quejarnos. Mira ayer, en la tienda, dos mujeres estaban preocupadas por esa noticia que han dado del atentado a la Central en Perú, una era peruana y tiene allí a los hijos y a su madre. Me dieron pena, de verdad, no sé que habrá pasado al final, he buscado la noticia y solo la vi ayer en un rincón, como si no quisieran que nos enteráramos. Esa gente sí que tiene derecho a quejarse, unos muertos por una locura y otros por el mundo buscándose la vida lejos de sus seres queridos.

- Vale, vale ..... pareces la Madre Teresa. Ya se que somos unos pijos (dicen los críos) y que tenemos suerte, pero hoy me apetecería ser una tigresa y tirarme a algún tigre.

Hemos acabado riéndonos, algunas risas suelen ser un poco temblorosas y creo que la mía lo ha sido. !Ays! tengo a los niños de vacaciones, que pesadilla, no sé si mandárselos a mis padres a Comillas, allí tienen mucho terreno para jugar y seguro que habrán llegado ya sus amiguitos de Madrid.

Sigo tristona.