lunes, 30 de mayo de 2011

Cansancio y pasión




Ya han pasado dos días de lo sucedido, han venido unos hombres vestidos con unos buzos blancos y han bajado al sótano, subían y bajaban con unos extraños sacos donde, al parecer, iban recogiendo los restos del animal que había nacido en él, y luego me han enseñado el enorme nido que había hecho su madre, aquella que nos rompió los cristales y mató a varias personas cuando trataba de alejarse.

Todo va mal en la tienda y lo peor es que ni Marcela, ni yo tenemos demasiadas ganas de volver a ordenarlo todo y hacer que las cosas funcionen como si tal cosa, de nuevo. Ha sido todo tan raro que aún no podemos entenderlo bien. Rolando, el hombre que me solvó de morir a manos del bicho, hablaba de las puertas del infierno que se abrirán y me ha avisado de que busquemos un refugio seguro para protegernos de todo lo que va a pasar. He mandado reforzar las paredes y techo del sótano de casa y he comprado un montón de comida, velas, linternas, pilas y otras muchas cosas para pasar unos días escondido si es necesario. Estoy muy cansada, me siento insegura y desearía poder descansar en alguien tantas responsabilidades.

Santi regresó ayer de Colonia; ha venido a verme en cuanto ha dejado el equipaje. No podía creer lo que le estaba contando pero, cuando ha visto el desastre de mi tienda, no le ha quedado más remedio que hacerlo. Me ha prometido encargarse de los seguros, a ver si se hacen cargo de todo y también quería hablar con Ronaldo para ver si el podría explicarle mejor todo este asunto, ya le he dicho que no tengo ni idea de donde vive.

Los niños están en casa de Cuca, no quiero que se asusten si me ven en las condiciones en que estoy, quizá ha sido por eso que Santi y yo nos hemos liado. Me tenía cogida por las manos, luego ha pasado su brazo por mi hombro y entonces nos hemos mirado a los ojos, ya he dicho que me sentía débil e insegura y sus brazos son fuertes y tiene un aroma delicioso a colonia masculina y en sus ojos había esa especie de fiebre que precede al deseo, primero he sentido su aliento en mi oreja, no me he movido, debiera haberlo hecho, pero me he quedado quieta disfrutando del escalofrío que me ha hecho temblar. Me ha besado tan dulcemente, me hablaba como si fuera una niña pequeña a la que hay que mimar, yo necesitaba eso, alguien que me mimara.

No me arrepiento, a media luz, allí mismo en la preciosa alfombra turca que compramos Pablo y yo, en nuestro último viaje, hemos desatado la vieja pasión reprimida durante media vida. Ahora se ha ido, me alegro, porque solo quiero recrearme en las sensaciones de mis sentidos despiertos.

1 comentario:

  1. Blanca todo parece llegar a su fin,todo se restablece, el orden de los dias por fin?
    Saludos cuidate.

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