miércoles, 22 de junio de 2011

Un poco de reposo; nuevos planes



Volvimos a la cabaña por un camino desolado; los campos aparecían pisoteados y aquella masa de piel, desinflada y mal oliente quedó allí en medio del pueblo porque no supimos qué hacer con ella y temerosos de que pudiera atraer a otros semejantes.

Estamos de nuevo en la cabaña; los niños me abrazaron muy asustados al vernos llegar. Pero no volvíamos todos y tuve que explicárselo a Amalia. El llanto de la mujer nos rompió el corazón, cansado ya de tantas penalidades. A pesar de esto, un baño caliente y relajante, el pelo y la ropa limpia, fueron un lujo añorado, lo mismo que una cena preparada con productos sencillos, pero calientes y servidos en una mesa.

Salí con Santi a hacer la inspección por los alrededores; éramos menos, en realidad cuatro adultos y tres niños, para él iba a ser difícil protegernos si algo sucedía y por otra parte, de momento respirábamos tranquilos pero no sabíamos si las cosas habían acabado ya o solo habían empezado. Hicimos conjeturas y plane, teorizando sobre lo que sería mejor o peor para todos. Siempre he sabido que Santi y yo nos entendíamos a la perfección, desde críos. Entre los dos hay una corriente de confianza y sinceridad y eso me da mucha paz. Cualquier cosa que proponga me parecerá bien y si no es así se que podremos llegar a un acuerdo porque confía en mi opinión, no trata de ser el fuerte que todo lo decide porque él es el hombre.

Sentados en el porche de la casa miramos, una vez más, el cielo estrellado y disfrutamos del silencio y de la tranquilidad de la noche. Recosté mi cabeza sobre su hombro cuando pasó su brazo por los míos. No había nada sensual en aquella actitud, solo el gozo de la tranquilidad, después de tantos momentos intensos y horribles.

Mañana tendremos que tomar una determinación, tal vez debamos volver a Cantabria, o a algún otro lugar, dependiendo de lo que encontremos en el camino. Hemos podido comprobar que esta cabaña es poca protección contra un peligro de semejantes proporciones. Un solo pisotón de otro Mamoi haría papilla nuestra casa y a nosotros dentro. Puede que en Comillas, en aquella casa enorme de piedra a la antigua estemos más seguros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario