domingo, 4 de septiembre de 2011

En busca de los amantes perdidos



Hoy a primera hora ha llegado a La Mola Grecia, bastante apurada y eso que ella siempre está tranquila y concentrada. Al parecer aún no han aparecido Pilar y Ruiz Mateos, han pasado ya tres días y no les parece normal su ausencia, para una escapada resulta demasiado tiempo, además doña Teresa, que al principio estaba que fumaba en pipa, ahora ha empezado a preocuparse porque le parecen muchos días para una aventura amorosa, y más teniendo en cuenta la edad del buen hombre.

Nos hemos reunido y hemos llegado a la conclusión de que sí que era raro, sí. He mandado el recado a Rosario de que formaremos un pequeño grupo e iremos en su búsqueda, que vayan recavando datos de los que les vieran la última vez en San Felipe para saber por dónde podríamos empezar las pesquisas. Me he retirado a mi rincón porque quería pensar un poco en todo esto y atraer a mí el poder sobre la vida y la muerte; puede que todo sea una chiquillada, pero también puede que algo grave les haya sucedido.

Lo he sentido, no se trata de una aventura, algo les pasa y además es grave. Como estábamos tan tranquilos, (creo que nuestros enemigos se están preparando para el próximo ataque), nos hemos relajado un poco. No debieran de haber salido solos y menos alejarse de la protección de la muralla y el castillo.

He organizado un pequeño grupo compuesto por dos de la mano vacía y mi motero preferido, a Grecia le he encomendado que cuide la fortaleza y no baje la guardia, así que se queda. Salimos hacia San Felipe. Confío en que todo sea una falsa alarma.

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