jueves, 1 de septiembre de 2011

Esta vez sí




Menorca bulle de desorden y caos, todos tienen miedo y no sirve de nada decirles que no hay peligro ya y que procuren descansar porque habrá otros peligros que nos rondarán y serán mucho peores. Nosotros nos fuimos muy contentos a celebrarlo, aunque hay pocas cosas con las que hacerlo. La verdad es que estábamos tan felices que nos dio por cantar, bajamos la cuesta lanzando gritos de triunfo y entonando viejas canciones de toda la vida. No estábamos preparados para aquello porque creíamos que ya todo había terminado.

Por el camino del cementerio avanzaba un grupo que pensamos que eran Pilar y sus compañeros; al acercarse, la claridad difusa de unas farolas que miraban al sendero les iluminó un momento y pudimos ver que eran zombies. ¡Volvían! lo había temido todo el tiempo, algo me decía que había sido demasiado fácil acabar con ellos. Tendríamos que lanzar un nuevo ataque, aunque esta vez apenas si estábamos preparados. Nos agrupamos y nos lanzamos contra ellos decididos a rebanar algunos gaznates y piernas. Grecia, Markel, yo y todos los demás corrimos a su encuentro, entonces hemos visto a Rosario, Pilar y Ruiz Mateos subir a toda prisa detrás de ellos.

Esperábamos ansiosos que alguien diera la orden de atacar, no ha sido más que un instante fugaz, apenas apreciable y entonces ha sucedido algo que nos ha dejado estupefactos: los zombies han empezado a desmoronarse como si fueran un flan de arena seca que se desliza suavemente hasta mezclarse con el resto del arenal, decrecían, se convulsionaban y extendían sus brazos como si nos pidieran ayuda para evitar aquello. Para cuando hemos podido reaccionar todos habían desaparecido. De nuevo el camino quedó lleno de polvo ocre, que durante un instante parecía moverse y temblar, para finalmente quedar adherido al del camino.

Hemos debatido sobre la posibilidad de dejarlo allí tal cual, después hemos acordado que lo recogeríamos y lo llevaríamos al cementerio, como la vez anterior; son monstruos, pero también personas, quien sabe porqué se convirtieron en lo que eran.

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