domingo, 15 de mayo de 2011
Fin de semana, Intentandolo
Durante un día, casi dos, los blogs no han funcionado, parece que había una avería y recién que la han arreglado. En el entre tanto la vida sigue y algunas cosas han sucedido, porque siempre acontece algo. Ha habido un terremoto, no ha sido en Roma, como habíamos leído por aquí, ha sido en España, en Murcia para ser más exactos. Pero esto ya lo sabréis todos. Ayer fue un día muy ocupado, la tienda estaba llena de clientas deseosas de encontrar algo bonito para ponerse este verano; afortunadamente ha sido así, porque esto va por rachas, o no viene nadie o vienen todas a la vez. Ha entrado una de mis mejores clientas de toda la vida, miraba por aquí y por allá, yo conozco sus gustos y le he ido sacando cosas que sabía que podían irle bien. Le he notado un cierto nerviosismo y finalmente me ha llevado detrás del mostrador y en voz baja, como avergonzada, me ha dicho que no quiere comprar nada, que solo venía a mirar lo que se lleva o no, porque eso la distraía. Lo están pasando mal, tenían un negocio muy conocido en nuestra ciudad que han tenido que cerrar porque llevaban un tiempo ya en números rojos. ¿Quién se lo iba a decir? Es terrible esta crisis. Le he ofrecido una pequeña línea de crédito, pero la ha rechazado por más que le he insistido y me ha dado un abrazo al decirme que en realidad no necesita nada y que tiene ropa suficiente para toda una vida. Y tiene razón, yo lo se.
Al salir, a eso de las ocho y media, Santi estaba estacionado en la esquina expuesto a que le pusieran una multa. Ha sonado el claxon y me ha hecho una seña.
- Blanca, ¿que te parece si nos vamos a tomar algo a Somo o Astillero, podremos darnos antes un paseo si te apetece.
- Lo siento Santi, tengo que ir a casa a ver cómo están los niños sin falta y me iba ahora.
- Voy detrás tuyo ¿qué te parece? Y una vez que veas que están bien, seguimos con el plan.
Magdalena tenía a los niños bañados, cenados y en pijama, así que solo he tenido que darles muchos besos y decirles que me iba pero que volvía enseguida. Estaban viendo una película de dibujos animados y la pequeña se caía de sueño. La he llevado en brazos a la cama, la he arropado bien y le he cantado su canción preferida.
Me he dado una ducha rápida y he cambiado de ropa; si vamos a Somo… veamos, un pantalón ajustado con una blusa divina que me traje de Madrid y una chaqueta corta que me sienta estupendamente, zapatos planos; me he cepillado la melena y luego la he agitado bien … ¡perfecto!.
He de reconocer que Santi tiene paciencia, estaba recostado en el coche, fumando tranquilamente un cigarrillo y mirando el brillo de la puesta del sol. Le he dicho que para las doce tengo que estar de vuelta, ¿cómo Cenicienta? Me ha preguntado con sorna. Sí, más o menos, le he dicho. Pero yo no estaré del todo tranquila sabiendo que pueden llamar a esas horas y que Magdalena está sola con los niños, a pesar de que he cerrado bien todo y he puesto la alarma.
Hemos ido a Somo, está cerca y es un lugar idílico. Se divisa la ciudad iluminada enfrente y sin embargo allí hay una paz especial, un poco de soledad y un fantástico aroma a mar. Hemos pisado la arena, Santi de pronto, me ha tomado de la mano y así hemos caminado tranquilamente mirando a lo lejos. No me ha molestado que me tocara, por contrario casi que se lo he agradecido, es bueno sentir el tacto de alguien y Santi es de esos hombres con manos fuertes pero suaves, un contrasentido, lo se, pero estoy segura de que las mujeres me entienden.
Tengo que dejaros ahora, os contaré el resto en cuanto vuelva.
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Me he sentido identificada, en mi trabajo pasa lo mismo o no hay nadie o todo el mundo a la vez, hasta en la desgracia de tu clienta, eso tambien lo he vivido con una buenisima clienta, lo mejor el paseito con tu chico.
ResponderEliminarun saludo
Marian