miércoles, 10 de agosto de 2011

Volví por ellos





¿Hemos ganado? Dicen que sí, que hemos ganado esta batalla, sin embargo yo sé que también hemos perdido, lo siento en el fondo de mi corazón. Las guerras no se ganan nunca, aunque se salga victorioso, el precio es siempre demasiado caro. Yo he estado en esta batalla, pero no he estado; estaba segura de poder enfrentarme sola al monoi, yo confiaba en el poder de mis esferas para estar a su nivel, el poseía la fuerza y yo la inteligencia y la intuición. Pero no fue así y en la pelea me dio un zarpazo que acabó conmigo. Pudo destrozarme, desgajarme, deshacer mis huesos en polvo y mearse sobre ellos, pero no lo hizo. Puede que aún me respetara.

Brau dirigía los pasos de unos y otros con su poder, Rolando se lanzó salvajemente en busca de una muerte segura, Hidalgo cayó al suelo y todos temimos por su vida. Rebeca ha perdido la razón al abrazar a su amor y ver que había muerto. Vi al monoi mirándome desafiante y no esperé a pedir ayuda, fui soberbia y le lancé mi poder esperando que fuera más fuerte que el suyo. No fue así y he muerto. Antes de cerrar mis ojos definitivamente, pude ver a Rosario y Pilar lanzadas con sus motorizados en busca de la fiera que acababa con la vida de Rolando y a Jon intentando arrancar a su madre de los brazos de la muerte contra su voluntad.

Luego todo se ha perdido para mí. Mi espíritu abandonó mi cuerpo y sobrevoló el campo de batalla, perdido entre los gritos, el polvo del camino, la sangre y los alaridos de los heridos. No encontraba el camino hacia el futuro, busqué mis esferas en no se que lugar de la nada en que me había convertido; ¿he perdido mi magia? allí donde me dirigía seguramente no me iba a hacer falta. 


He conocido un nuevo mundo, allí me llevó mi espíritu y sentí que descansaba plácidamente, mi mente incorpórea se sentía en paz, sin deseos, sin prisas, sin rencores, sin ira, sin celos ni amor. Libre. Por un instante fugaz miré hacia dentro y pude verlos a ellos, allí, envueltos en sangre, desgarrados y débiles ya por tanta lucha, Hidalgocinis descansa ahora de su traumatismo, pero de sus oídos brota un hilillo de sangre que indica que algo no va bien en su cerebro. Brau continúa perdido en su semi inconsciencia después de su inmersión en todos nuestros subconscientes con el fin de unirnos en la batalla como si fuéramos uno solo. La pobre Rebeca ha perdido su fuerza y entereza, como si toda ella hubiera vivido sostenida por el amor que sentía por Rolando.


Y así es como he suplicado a los dioses del nuevo mundo que me dejaran volver. He vuelto, pero ya no tengo mis esferas, he perdido mi poder, es el precio que he tenido que pagar por mi retorno. No me importa, aún quedan otras batallas y espero ser útil de alguna forma. Los emisarios de ese Rey cruel que se acerca, son poderosos y no tienen sentimientos. Solo unidos y aprovechando los poderes de quienes los posean podremos ganar la última batalla, la guerra.

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